Este es un blog literario, por supuesto, de relatos, historias y cuentos; pero me gustaría publicar este comentario (o reflexión) sobre un libro que acabo de terminar de leer.
El libro, imagino que es conocido por todos, "El invierno del mundo" y el autor aun mas conocido. El libro es genial, y sobre la forma de escribir de Kent Follet no hace falta ningún comentario. Como sabréis los que lo habéis leído, narra la vida de varias familias y personajes en un momento crucial de nuestra historia, en ese momento, la maldad o sin razón de algunos individuos pusieron contra las cuerdas al resto del mundo.
Muchas personas como algunos de los personajes de la novela de Follet, lucharon con una envidiable valentía contra las injusticias que deseaban imponer los tiranos, lucharon por un mundo mejor. Afortunadamente vencieron, aunque después de la guerra tuvieron que seguir luchando por implantar formas de convivencia mas justas entre las personas, se creo la ONU y la democracia triunfo en muchos países europeos (por supuesto también en Estados Unidos).
Muchas de esas personas eran políticos, y lucharon por la justicia y la democracia.
En la actualidad, y mas concretamente en nuestro país, los políticos no pasan por su mejor momento, y la gente tiene razón en recelar, pero no debemos dejarnos caer en el impulso y en el enfado de decir que nos sobran los políticos y la política; recordemos que la política es uno de los pilares de la democracia y si quitamos uno de sus pilares, la democracia se tambalea y ¿que hay sin democracia? Pues el populismo, falsas democracias donde las libertades individuales de las personas se van recortando en base a gloriosos ideales (no quiero poner ejemplos) y peor aun, las dictaduras.
Debemos de confiar en la política, protestar, si, manifestarnos, por supuesto, pero nuestra gran arma es nuestro voto. Votemos, no tengamos miedo de negar el voto a los partidos tradicionales si estos pierden nuestra confianza, investiguemos listas a las que podamos votar en base a nuestra ideología, busquemos grupos minoritarios que estén limpios de sospechas corruptas y encajen en una sociedad democrática, y démosles nuestro voto. No tengamos miedo de fragmentar el parlamento, eso es diversidad. Tal vez sea mejor.
Tenemos la fortuna de vivir en un estado democrático, la corrupción es un mal de la democracia (también encontraremos ese mal en cualquier otra forma de gobierno), pero no podemos acabar con la democracia, ni con los políticos, para acabar con la corrupción.