No supe cuanto tiempo pude dormir después de que toda mi pasión y deseo se
desbordasen a raudales, tal vez una hora, dos, pero desperté como si de un niño
se tratase en su primer día después de la visita de los Reyes Magos. Feliz. Notaba
el bien estar en todo mi cuerpo, en cada una de mis células, aunque una
sensación de reproche cubría tímidamente ese bienestar.
Eve estaba despierta, desnuda, a mi lado. La volví a mirar, Dios mío, era
preciosa, me sonrió sabiendo lo que acababa de pasar entre nosotros, una
sonrisa que implicaba que ya no éramos solamente compañeros de aventuras,
habíamos hecho el amor y ya había algo más.
-¿Crees que los Gegos nos buscarán? –ya habíamos hablado del tema pero yo
quería volver a hablar de ello, mas bien, no quería hablar para nada de lo que acababa
de suceder, aunque hubiese sido lo más maravilloso que me había sucedido en
mucho tiempo.
-Persiguen a tu hermano porqué les ha robado al bebe y nosotros nos
interponemos en su camino, pero tal vez pierdan el interés.
Tenía claro que Eve mentía en sus últimas palabras, quería darme ánimos,
pero yo tenía claro después de todo lo sucedido, que aquel grupo de
delincuentes que predicaban extrañas teorías sobre el Universo y que traficaban
con bebes, no perderían el interés tan facilmente.
Eve hizo un ligero movimiento y la manta dejó nuevamente al descubierto sus
pechos ante mí, sus pezones aún erguidos e hinchados, acababa de disfrutar de
ellos y no quería ni volver a mirarlos.
-Cuéntame algo de ti Eve –dije intentando no mirar directamente a sus senos-,
¿dónde están tus padres?
Eve entonces, y mirándome con unos ojos que no conseguían calmar mi calor
interior, fue narrándome episodios de su vida, como había crecido y había
tenido una infancia más o menos feliz, al igual que otros muchísimos niños,
hasta que con doce años nació su hermana, la niña que le acompañaba cuando la
conocí, y desde el nacimiento de la pequeña, los problemas aparecieron entre
sus padres, la felicidad de sus progenitores pareció estancarse; apenas su
hermana pequeña cumplió los dos añitos, su madre decidió llevarlas a ambas a un
casting como modelos publicitarias, no me costó mucho imaginar a Eve con 13 o 14
años, guapísima, y a su pequeña hermana encandilar y hacer babear a cualquier
director publicitario, me contó con naturalidad, como su cuerpo se había
transformado en el de una modelo, mezclando los rasgos finos de su edad, con
otros muchos más desarrollados, lo que le hacía poseer una explosiva
sensualidad juvenil; las pruebas salieron bien y Eve y en menor medida su
hermana, se vieron abocadas en una vorágine de trabajo publicitario; tan solo
eran dos niñas, pero el dinero llovía, más que sobre ella, sobre los bolsillos
de sus padres y en particular en el de su madre.
Pero después de un año y muy pocos meses, Eve, tomó la decisión de que no
quería seguir haciendo aquello, se negó, lo que provocó la ira de su madre, sin
embargo, su padre la apoyó, por lo que su madre se vio sola en aquella guerra
familiar y su ira aumentó al infinito hasta provocar un camino de agrias discusiones
que terminó en una sangrienta pelea que irremediablemente desembocó en
tragedia, su ambiciosa madre disparó varios tiros sobre su marido ante la
presencia de las dos niñas.
Comprendí que la ambición había perdido a aquella mujer. Eve se volvió a
tumbar tapándose nuevamente y dejando de nuevo fuera de mi vista sus pechos. Me
relajé y la miré pudiendo ofrecerme más comprensivo, desde luego debió de ser
una situación muy dura para ella, alargué mi mano y acaricié su suave mejilla
con toda la ternura que pude, una ternura que desde luego salió de lo más hondo
de mi corazón.
Su madre fue a la cárcel, por supuesto, y su padre no murió, pero una de
las balas partió su columna dejándole completamente inválido, para toda la vida;
no me extrañé cuando Eve me dijo que invirtió todo el dinero que su madre había
ganado explotándolas como modelos en facilitar la vida de su padre.
-¿Y dónde está tu padre ahora? –pregunté, pues desde luego no estaba en la
casita donde yo estuve y desde luego, no me dio la impresión de aquél fuese un
lugar lo suficientemente adaptado para ofrecer una mínima comodidad a una
persona en las condiciones en las que debía de haber quedado su padre.
-Está en nuestra casa de toda la vida, en Valencia –dijo-, de vez en cuando
vamos a verle pero yo prefiero vivir en la casita donde estuviste.
No soy un gran lector, aunque a lo largo de mi vida sí que he conseguido
terminar algunas novelas, y en aquel momento, llegó a mi cabeza, nuevamente y
de improvisto, algo que había leído en uno de esos libros, recordaba
perfectamente al autor, cómo no, García Márquez, aunque en aquella oración el
escritor colombiano citaba a la vez a otro autor, “desde muy pequeño tuve que
interrumpir mi educación para poder ir a la escuela”, algo así; identifiqué
aquella frase citada por Gabriel García Márquez con Eve y la historia de su
vida, comprendí que todo el dinero que hubiese quedado de la época en la que ella
y su hermanita habían hecho de modelos publicitarias, la joven lo debía de
estar empleando íntegramente en que a su padre no le faltasen atenciones, pero ella
había decidido tomar un camino distinto, tal vez guardaba en su mente el hecho
de que su padre no impidió que su madre la metiese en aquel mundo, su cerebro
adolescente recién salido de aquella tragedia familiar, había optado por
decidir que todo el dinero ganado fuese para ayudar a su padre invalido y que el
camino para ella, lo más normal para una adolescente, fuese el de engancharse a
los designios de la súper y todopoderosa Madre Inteligencia de la que me había
hablado.
Tal vez todo aquello fue lo que la interpuso en el camino de los Gegos.
No quise preguntarle más y esperé a que ella continuase hablando, pero no.
-¿Y cómo encontraste a los Gegos? –pregunté ansioso de saber más sobre
aquella jovencita en vista de que ella no parecía muy dispuesta a decirme nada más,
desde luego ya me interesaba bastante la vida de Eve y mucho más después de
haber compartido con ella momentos de una fascinante intimidad, además, todo lo
relacionado con los Gegos también era de mi interés. Me sentí un poco egoísta.
-Después de que mi madre fuese a la cárcel y mi padre se recuperase muy
lentamente en el hospital –dijo moviendo sensualmente su cuerpo y haciendo que
la manta se moviese peligrosamente a punto de volver a dejar al descubierto sus
senos-, me convertí en una joven oscura, pasé de ser una bella y prometedora
modelo, a ser una joven solitaria, empecé a sentir interés por temas que los
jóvenes de mi edad no suelen prestar demasiada atención, “El bien y el mal.
Dios y el diablo”. ¿Y si fuesen lo mismo? –me sonrió con cierta picardía-, me
dediqué a mi hermanita y apenas salía de casa, me relacioné con gente que tenía
mis mismas inquietudes, a través de internet, góticos y esa clase de gente, me
gustaban, ellos hacían que me sintiese más cerca del nivel espiritual de la
vida, quería sentir algo mas místico, conocí a Nika.
No me atreví ni siquiera a mirarla. Supe que sufría al recordar a su amiga,
pero también adiviné, sin saber por qué, que el sufrimiento de aquella joven
especial, era distinto al de la mayoría de los humanos que yo conocía.
-También conocí a algún chico y con uno de ellos hice una buena amistad, me
gustó bastante. Me hice novia de uno de aquellos chicos que vivía bastante
cerca.
Esta vez sí la miré y en la penumbra pude apreciar en sus ojos cierta
nostalgia.
-Me enamoré de él –continuó-, me enamoré de verdad, o mejor dicho, como se
enamora una joven de 17 años por primera vez, una joven sin el amparo y los
consejos de sus padres, incluso se vino a vivir con nosotras.
Ya sí que no me cabía duda de que la notaba algo desconcertada hablando de
su ex novio, no obstante no debía de haber pasado mucho más de un año o un par
de años de lo que me estaba contando. Sentí un poco de rabia por lo que presentí
que iba a decir.
-Él fue quien me llevó a las reuniones de los Gegos –aquellas palabras
parecieron reanimarla nuevamente-. Mas que reuniones, eran autenticas fiestas, donde
se mezclaban las charlas que nos daban sobre la teoría de la Determinación del Universo,
con una increíble diversión, el paraíso para los jóvenes, yo disfrutaba también,
claro, y además estaba enamorada de mi novio, hasta que descubrí que él sólo me
quería por el sexo y tenía la orden expresa de los Gegos de dejarme preñada,
como al resto de la chicas. Él sólo me usaba para los intereses de la secta.
Por un momento imaginé a un niñato al servicio de aquellos malévolos Gegos aprovechándose
de Eve en la cama y sentí mucha rabia. Demasiada.
-Pero no me importaba -la miré, sus ojos en la penumbra volvían a recuperar
su brillo natural-, seguí acompañándole a las fiestas de la secta y acostándome
con él, pero por supuesto sin permitirle que me dejase embarazada, dejé de
estar enamorada de él, pero aquellos lugares y todo lo que envolvía a los Gegos
me atraía, mejor dicho, me atraía la energía que manaba de ellos, no su secta, pensaba
que ellos eran lo que yo andaba buscando en mis últimos años de vida, pero
descubrí que tan solo eran servidores del mal.
-Me alegro que no te quedases con ellos –expresé tontamente.
-Sí, no creo que perciba la misma energía que ellos, pero ellos pensaban lo
contrario porque comenzaron a invitarme a reuniones, digamos, un poco más
selectas, donde no íbamos tantos jóvenes y había personas más adultas, mas
misteriosas, eran otra clase de reuniones, mi novio estaba en la gloria pensando
que era por él por lo que asistíamos a aquellas importantes reuniones y ya se
veía como uno de los lugartenientes de los Gegos.
-Pero no era por él por lo que os invitaban a esas reuniones.
-No, claro que no, era por mí, ellos notaron algo en mí. Entonces fue
cuando descubrí lo peligrosos que eran, cuáles eran sus actos y como a través
de jóvenes como yo traficaban con bebes, y lo mas macabro de todo es que lo
hacían de tal forma que todo parecía ser correcto, tenían abogados, asesores, todo
lo hacían de forma que pareciese legal, todas las chicas eran voluntarias para
ofrecer sus bebes.
-A ti no te pareció bien.
-Como me iba a parecer bien, yo creo que hay un nivel superior de energía
por encima de nosotros, de todos los seres vivos, algo que controla nuestros
actos tal vez, pero todos los seres humanos estamos de paso en este mundo,
todos nacemos y morimos en las mismas condiciones y nadie tiene derecho a hacer
el mal ni a aprovecharse de los demás, empecé a asistir a menos reuniones, a
distanciarme y ellos, por supuesto, notaron algo en mi. Me expulsaron de la
secta y terminé la relación con aquel chico, ya no le quería, pero a los pocos
días tuve noticias de él, se había matado con una moto, a él le gustaba
bastante la velocidad, pero yo tuve la certeza de que habían sido ellos, una
advertencia, un aviso de que me dejarían en paz si yo no hacía nada contra
ellos, y esa advertencia perduró dentro de mí hasta que te vi, allí, en la puerta
de mi casa peleando con el Candy.
-¿Y por qué decidiste ayudarme si sientes que estás advertida y puedes
correr peligro?
-Pues…, tenía claro que me volvería a encontrar con ellos, tarde o temprano
-sentí como la joven se envolvía en un meditado silencio-, pero no pensé que
fuese tan pronto.
-Ha sido el destino –dije con decisión-, el destino ha hecho que tú y yo
nos encontremos.
-Sí –contesto indiferente. A veces Eve me desconcertaba, parecía estar en
otro mundo, como si yo no estuviese con ella, como si me ignorase y le
importase tres pepinos.
Pero ahora sabía mucho más de ella. La conocía mucho mejor.
-Pero tú no crees en el destino, según tus propias palabras la súper
inteligencia lo tiene todo programado, no deja nada al azar -Entonces se giró
hacia mí. La manta se deslizó sobre su cuerpo dejando al descubierto todo su
torso y sus morenas y perfectas curvas. Nos miramos y yo puse tontamente mi
mano en su mejilla-. Eve tengo miedo, toda esta situación me está superando, no
sé hasta dónde podré aguantar…, pero al menos tú estás conmigo.
-Claro que tienes miedo, es normal que lo tengas, pero estás siendo muy
fuerte –puso su mano sobre la mía y la apretó con una suavidad exquisita sobre
su mejilla.
-Todo es tan extraño para mí, ya no sé si son fantasmas, hombres, todas
esas teorías sobre misteriosas energías de las que me hablas…, yo sólo quiero
encontrar a mi hermano Eve.
-Y lo vamos a encontrar.
Entonces no puede aguantar más, la deseaba nuevamente, miré directamente a
sus pechos que como si reaccionasen ante mi mirada, temblaron con una suavidad
extremadamente sensual y de improvisto, como si otra vez fuese capaz de leer
mis pensamientos, se sentó encima de mí, con sus labios rozando mi boca,
sonriéndome de manera provocativa, sentí su sexo caliente y húmedo acoplarse
con suavidad sobre el mío y el mundo volvió a detenerse, me invadió el mayor
regocijo del mundo mundial que jamás pudiese sentir un pobre mortal, supe que ella
también quería volver hacer el amor y yo lo deseaba más que nada en el mundo en
aquel momento; me preparé para disfrutar de unos nuevos y fantásticos momentos,
al diablo con todo, todos los problemas podían esperar hasta el día siguiente, o
hasta el siglo siguiente, entonces sonó mi móvil, los dos nos miramos y ante
mis dudas de cogerlo, Eve lo recogió por mí de la mesilla y me lo entregó.
Era mi mujer, como si el destino hubiese cumplido en aquel mismo instante con
un mínimo plazo que nos hubiese dado para disfrutar de nuestros deseos carnales
y nos recordase que estábamos sujetos a rígidos mandatos morales, contemplé
absorto, anonadado, abobado, el numero conocido que se dibujaba en la pantalla
de mi teléfono.
Eve se levantó de encima de mí y se fue al cuarto de baño.
Contesté a mi mujer que parecía enfadada y angustiada, me decía que tenía
malestar por el embarazo y no sé cuantas cosas más, entendí que tenía razón en
sus quejas.
-Escúchame cielo, estoy siguiendo una pista que ha descubierto el detective
del que te hablé, mañana intentaremos seguirla por si nos conduce a algo serio y
te prometo que pase lo que pase, por la tarde regresaré a casa.
Me despedí con mi estomago revuelto y un sin fin de sensaciones diferentes
luchando cruelmente dentro de mí. Mi momento de pasión con Eve había pasado, la
joven volvió a salir del cuarto de baño ya vestida con parte de la ropa que yo
le había comprado.
-Tiene razón –dijo haciendo referencia a la conversación que había oído con
mi mujer-, te necesita a su lado, debemos apresurarnos e intentar averiguar de
una vez algo sobre tu hermano, para eso hemos venido.
Claro que tenía razón, me levanté y yo también me vestí, en silencio, totalmente
desanimado. Volví a sacar el trozo de papel que encontré detrás de las motos de
los árabes y junto a Eve, lo volvimos a estudiar. Sólo era una dirección
escrita a bolígrafo (yo tenía la certeza de que era la letra de mi hermano) de
algún lugar de Granada, no nos decía nada más. Eve metió el nombre de la calle
en el buscador de su móvil y apareció una pequeña calle señalada en el plano,
se encontraba en pleno corazón de la Alcaicería, el mercado árabe lleno de
puestos y tiendas de toda clase y que yo recordaba vagamente y de una manera un
poco cansada de mi anterior visita a la ciudad hacía ya algunos años, debía de ser
un callejonzuelo incrustado en el laberinto que formaba aquella zona de la
ciudad en torno al mercado.
-Vámonos, parece que no pilla muy lejos de aquí –dijo Eve.
Yo no tenía ni pizca de ganas de salir de aquella habitación, pero Eve
nuevamente tenía razón, no debíamos de alargar mas la aventura que nos había
conducido hasta allí, eran poco mas de las diez de la noche y al ser una zona
comercial y turística, seguramente aún habría algo de gentío, lo prefería mejor
que un lugar solitario. Echamos un vistazo por la ventana, parecía haber dejado
de nevar pero el frio en el exterior debía de ser intensísimo, nos abrigamos
todo lo que pudimos, Eve seguía estando preciosa a pesar de la pequeña señal que
la trifulca en la tetería había dejado en la comisura de sus labios, el
pantalón que le había comprado se ajustaba a sus piernas de exquisita manera.
Me miró y me sonrió esta vez con más sobriedad mientras colocaba en su
cabeza el gorrito de lana que había llevado puesto casi todo el viaje y que aún
conservaba a pesar de todo.
Su rostro moreno resaltaba pícaro y excitante. Estaba hermosa.