Cuando enciendes el televisor y tus oídos y sentidos reciben de lleno una noticia como la barbarie cometida ayer en París, lo primero que sientes es una infinita sensación de desanimo, de tristeza, de incomprensión por como unos dibujos, unas letras que tan solo tratan de mostrarnos tal y como somos, ridículos, insignificantes, cómo unos símbolos creados por personas sin ningún vinculo, por personas libres no marcados por ninguna ideología ni fe, pueden herir de tal manera para que alguien -asesinos cobardes- en nombre de una incomprensible fe, maten y ejecuten a personas inocentes.
Después de una noticia como la de ayer en París, solo piensas en lo cruel y absurda que es la humanidad.
Pero inmediatamente después, sientes ganas de gritar, de salir a la calle, de decirles que somos muchos más que ellos, que un bolígrafo, un lápiz, un papel, tienen mucho mas poder que sus balas y fusiles, que nuestra libertad es inmensamente más grande que su incomprensible fe, que no los venceremos porqué ya están vencidos.
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